LOS DATOS
La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer de la Asamblea General de la ONU en 1993, define a este tipo de violencia como «todo acto que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer» e incluye las amenazas o la privación de libertad.
Las mujeres han sido, histórica y socialmente desfavorecidas, relegadas, silenciadas y convertidas en instrumentos de una sociedad patriarcal que las ha considerado inferiores a los hombres, de su propiedad o meros instrumentos reproductivos. Esto, a lo largo de los siglos implica que todos los ámbitos a las que se las ha relegado, o que les han causado interés, han sido, por ende, considerados también frívolos e insustanciales. Y así fue con el mundo de la moda, hasta que una nueva generación de mujeres (y también hombres que supieron ver más allá) la han convertido en una herramienta de empoderamiento y de expresión, que las ha ayudado a verse como lo que son: seres humanos de pleno derecho.
UNA ARMA CONTRA LA VIOLENCIA
Para poder enfrentarse a una realidad horrible, las mujeres se han apoyado en el mundo de la moda para poder expresarse y ello, a su vez, les ha dado fuerzas para vivir las vidas que querían vivir. Para muestra, un botón contemporáneo. Las mujeres del movimiento Woman Life Freedom en Irán, hace de quitarse el pañuelo que el régimen islámico autoritario que gobierna su país un símbolo de libertad, y de vestirse con vaqueros y colores brillantes una manera de rebelarse contra el régimen que las quiere encerradas en casa, sumisas y complacientes. Una de sus representantes más conocidas, Masih Alinejad, usa siempre una flor en el cabello como símbolo de su revuelta, un adorno que jamás le dejarían llevar en Irán. Esta periodista vive en Estados Unidos, está amenazada de muerte y no deja de levantar la voz en favor de las mujeres oprimidas de su país. Otras no tuvieron la suerte de escapar, como Mahsa/Zhina Amini una joven kurda a la que la policía de la moral iraní secuestró y golpeó hasta la muerte por pasearse por Teherán con su hermano sin llevar el velo. Las dos son un ejemplo extremo de hasta dónde puede llegar el intentar fiscalizar el atuendo de las mujeres, algo a lo que se han tenido que enfrentar sistemáticamente: desde las miradas lascivas por enseñar las piernas a medida que las faldas se fueron acortando durante el siglo XX, a las discusiones de lo que constituye un escote adecuado para una profesional, el cuerpo de las mujeres y cómo escogen vestirlo, siempre ha sido un campo de batalla.
LA LLEGADA DE LAS DISEÑADORAS
Cocó Chanel vistió a las mujeres con prendas consideradas masculinas. May Quant, acortó las faldas y les permitió enseñar las piernas. Elsa Schiaparelli convirtió los cuerpos de las mujeres en obras de arte, con sus diseños surrealistas. Madeleine Vionnet inventó un tipo de corte, el bies, que resaltaba sus curvas naturales, sin necesidad de corsés y miriñaques. Vivianne Westwood hizo arder las convenciones de la moda, y les regaló la libertad teñida de punk. Todas ellas contribuyeron a reivindicar el cuerpo de las mujeres no como objeto de veneración y maniquíes a los que manipular y vestir de acuerdo con una rígida estética de lo que los hombres creían que debían ser. Todas ellas ayudaron a las mujeres a poder expresar sus personalidades, a rebelarse contra las ataduras que las constreñían y a buscar su propio camino.
EL 25 DE NOVIEMBRE
Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron brutalmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960 bajo la dictadura de Rafael Trujillo Molina. Minerva había rechazado las proposiciones sexuales del dictador de República Dominicana públicamente y Trujillo pergeñó una venganza propia de un hombre que piensa que las mujeres son de su propiedad. Ellas se convirtieron en el símbolo de lo que supone la violencia contra las mujeres y su muerte marca el día que escogemos para recordar con más fuerza que queda mucho camino por andar para poder acabar con ella.
Hay muchas iniciativas en el mundo de la moda que quieren visibilizar el problema y hacer algo por contrarrestarlo. La Pasarela Azul del programa WEvolve del Banco Mundial, quiso empoderar a las mujeres y los hombres jóvenes para que desafíen las normas sociales que conducen a la violencia de género. El grupo Kering –dueño de firmas de como Gucci, Balenciaga o Saint Laurent– lanzó la campaña #ICouldHaveBeenHer, con la participación de Stella McCartney y Joseph Altuzarra o Salma Hayek. En España, la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género puso en marcha la exposición “¿Qué llevabas puesto?» en 2023, como invitación a reflexionar dónde sitúa la sociedad la responsabilidad de lo ocurrido a partir de por qué ocho mujeres escucharon esa pregunta después de vivir un episodio de violencia sexual.
La moda forma parte del entramado social, y es una herramienta que nos permite, también, cuestionar y luchar contra las ideas preconcebidas. Y es, sobre todo, una vía válida para hacer que las supervivientes de violencia de género y agresiones se recuperen y puedan vivir plenamente, en libertad y sin agresiones.