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Fernando Lindez for VMAN

UNO Models

AI Meets Fashion: Who Gets Replaced in the Virtual Shift

03/09/2025

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We Care

Colecciones virtuales. Modelos sintéticos. Estilistas algorítmicos. Lo que hace poco parecía un delirio tecnofuturista desfila hoy por nuestros dispositivos y empieza a moldear la forma en que vestimos, diseñamos y definimos la belleza. A medida que las herramientas de IA generativa se hacen hueco en la esfera creativa y lo especulativo se vuelve estructural, la moda se enfrenta a un nuevo tipo de disrupción: rápida, sin fricción e inmaterial.

Para una industria arraigada en la fisicidad (el tacto, la textura, el patronaje), el auge de la inteligencia artificial plantea preguntas incómodas. ¿Puede la creatividad automatizarse? ¿Y la identidad, ser renderizada? Cuando la IA se adentra en el atelier, ¿quién se queda fuera?

No es solo una transformación estética. Asimismo, es un cambio en la autoría, el trabajo y el valor, y ya está en marcha.


Diseñar a velocidad de prompt

En el inaudito escenario propulsado por la inteligencia artificial, la creatividad no depende de la máquina de coser ni del cuaderno de bocetos: ahora se activa a golpe de prompt. Aplicaciones como DALL·E o Midjourney permiten a cualquiera generar visuales dignos de una editorial en cuestión de segundos, sin necesidad de tejido ni pruebas de vestuario. Las imágenes son hiperlisas, brillantes, inquietantemente perfectas. El proceso parece inmediato, pero las implicaciones son complejas en profundidad.

En 2023, la firma parisina Casablanca presentó Futuro Optimisto, una campaña ejecutada íntegramente mediante IA. El resultado (caballos cromados, pistas de tenis flotantes, modelos que parecen brillar desde dentro) fue deslumbrante y a la vez desconcertante. No se fotografió a ninguna persona ni se confeccionó ninguna prenda; era moda desligada de su núcleo material.

Lo virtual empieza a reconfigurar el proceso de diseño en su totalidad. Según proliferan los recursos basados en IA y se vuelven más intuitivos, dibujar, drapear y prototipar cede el paso a escribir prompts, iterar y renderizar. El oficio se convierte en código. La moda ya no habita exclusivamente en el estudio, sino que se despliega en las pantallas, donde una nueva generación de creadores está encontrando su lugar en el entorno algorítmico.

Iniciativas como The New Black se presentan como ateliers digitales abiertos, ágiles y radicalmente accesibles. Interfaces que antes requerían formación técnica o software de pago invitan en la actualidad a experimentar usando tan solo el lenguaje. Para los nuevos talentos, es una empoderadora y sugerente vía de entrada. Para las marcas consolidadas, no obstante, representa un desafío mayor: si el diseño se democratiza y la inspiración se genera por operaciones en lugar de gestarse orgánicamente, ¿quién decide qué vale la pena producir en una era de simulaciones pulidas?


Vestido por el algoritmo

Si los algoritmos pueden concebir colecciones, ¿por qué no podrían también armar estilismos? Para la generación Z, la respuesta se inclina cada vez más hacia el sí. Usuarios con sensibilidad estética recurren a plataformas impulsadas por IA para, más allá de inspirarse, recibir orientación personalizada, delegando el gusto en la máquina. Un ejemplo representativo es Cladwell, un asesor digital de moda construido sobre ChatGPT, capaz de recomendar outfits en función del clima, la agenda, el estado de ánimo o una referencia visual. No solo sugiere qué ponerse; también aprende lo que te gusta al instante.

A medida que estos sistemas evolucionan hacia entornos más conversacionales y personalizables, el papel tradicional del estilista (antes intérprete, curador, colaborador presencial) comienza a desdibujarse. ¿Para qué reservar una sesión si puedes conversar con un bot disponible las 24 horas, gratuito y entrenado con millones de datos? El creador de imagen compite ahora con un androide que nunca duerme y conoce toda microtendencia.

Mientras tanto, start-ups como Daydream están replanteando cómo descubrimos la moda. Promocionada como un “motor de inspiración potenciado por IA”, esta herramienta reorganiza el modo en que los usuarios acceden al estilo: no por marca o temporada, sino a través de rutas adaptativas de deseo. No se trata tanto de dictar tendencias como de descentralizarlas.

En este nuevo paisaje, el gusto ya no se cultiva a fuego lento: se ofrece como servicio. Curado, automatizado y siempre a punto.


Rostros de píxel perfectos

No envejecen, ni parpadean fuera de ritmo, ni tampoco negocian su caché. Los modelos digitales (diseñados por humanos, entrenados con datos y optimizados para captar atención) se han colado, sin hacer ruido, en las primeras filas de la moda. Figuras como Shudu, considerada “la primera supermodelo digital del mundo”, o la española Aitana López, influencer generada íntegramente por IA, firman contratos con marcas, acumulan seguidores y protagonizan campañas que diluyen la línea entre lo real y lo renderizado.

A primera vista, estas avatares prometen eficiencia. Sin desplazamientos. Sin logística. Sin margen de error humano. Para las firmas, suponen control absoluto sobre la apariencia, la luz, el encuadre e incluso la personalidad. Pero bajo la superficie se dibuja un panorama más inquietante: uno en el que la visibilidad y la representación se simulan, pero no se viven. La diversidad se convierte en filtro visual. La identidad, en atributo programable.

Este fenómeno podría acarrear consecuencias tangibles para quienes ejercen la profesión. Si las campañas empezaran a construirse en torno a cuerpos virtuales, la demanda de presencias reales podría disiparse, reduciendo castings, oportunidades y contrataciones para modelos emergentes en una industria ya marcada por la inestabilidad y la exclusión. La competencia llegaría sin acuerdos, fatiga o imperfecciones.

Aunque estos rostros sintéticos se celebren como símbolo de inclusión, no traen consigo historias, luchas ni experiencias encarnadas. Lo que parece avance corre el riesgo de convertirse en una nueva forma de borrado; una donde la inclusión se estetiza, pero no se encarna.

OSCAR KINDELAN, A CAREER IN PICS

3/ 4/2025

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17/9/2025, News
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