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La apropiación cultural es un concepto resbaladizo con el que el mundo de la moda debe tener cuidado.
Es bastante llamativo que lo étnico no deje de ser una tendencia que va y viene con los años; desde los elementos orientales, a los africanos, pasando por objetos de las tradiciones nativo-americana o sudamericanas, las pasarelas se ven año sí y año no salpicadas con referencias y, en muchas ocasiones, mezclas mal formuladas de elementos de otras culturas. Además, no solo las mejores casas de moda sufren esta intermitente fiebre "exótica". Artistas de la música, influencers y el mundo del cine también muestran un amplio catálogo de conductas llamativas al respecto: modificar su aspecto para parecer una persona negra, por ejemplo, oscurecerse la piel o que, directamente, actores y actrices blancos interpreten a personajes de otras razas (véase el caso de Scarlett Johanson en Ghost in the Shell, Emma Stone en Aloha o Tilda Swinton en Doctor Strange) son algunos desafortunados ejemplos.
La “apropiación cultural” fue uno de esos temas que surgieron a principios de la década de 2010. La Organización Mundial de Propiedad Intelectual la definía como "el acto por el que un miembro de una cultura relativamente dominante hace uso de una expresión cultural tradicional y la reutiliza en un contexto diferente, sin contar con autorización, hacer mención de su origen ni proporcionar compensación por su utilización, lo cual causa un daño al poseedor o poseedores de la expresión cultural tradicional." Es decir, utilizar un elemento de una etnia o tribu en situación de más opresión que la tuya con un fin puramente estético, despojándolo de todo significado. Un ejemplo serían los peinados con rastas o trenzas de personas racializadas, algo propio de su reivindicación ante la opresiva belleza blanca de pelo liso. Según a quien le preguntes, la apropiación cultural puede ser simple ignorancia, desconsideración o una manera seguir perpetuando un sistema de poder blanco, eurocentrista y, en casi todas las ocasiones, heteropatriarcal. También hay gente a la que le parece una tontería, un concepto woke que no hace más que limitar la creatividad. Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, lo mejor es guiarse por un simple principio: si es posible ofender, ¿por qué lo vas a hacer? En cualquier caso, requiere que hagamos una reflexión, escuchemos a las personas a las que podemos herir y revisemos nuestro comportamiento.
Afortunadamente, parece que las casas de moda (y también otras industrias) son cada vez más conscientes de su responsabilidad o, por lo menos, del grave perjuicio público que les puede ocasionar una metedura de pata tan grave, y ya no les merece la pena según que cosas que tienen el único fin de epatar. La clave para erradicar la apropiación cultural es, como hemos mencionado antes, la colaboración. Contar con las tribus o etnias que, efectivamente, son las creadoras originales de la idea que tanto puede llegar a fascinar es el primer paso para poder construir un paradigma en la moda mucho más inclusivo y respetuoso.